Los nuevos niños florecen, emergiendo desde la luz, teniendo que echar raíces en un planeta bello por naturaleza, pero oprimido por la mano del hombre y su mente tergiversada.
Son nuestros maestros, y su libertad espiritual dependerá del espacio que creemos para ellos.
Más allá de las etiquetas de 'índigo', o 'crystal', o cuanto nombre se les haya ocurrido, son seres creados desde una energía elevada, preparados para colaborar con la ascensión de nuestro planeta y de todo cuanto sea vida en él.
Ya no les demos la espalda.
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