jueves, 1 de abril de 2010

Ser, o jugar a Ser


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Ser es simplemente el estado supremo.
Desde el Ser no hay desunión posible, no puede concebirse. El amor, luz, o energía, o fuerza que nos vuelve al Uno que somos, radica en el Ser.
Tal vez sea por eso que se hable de amor como máxima y sublime emoción. Porque no es intencional o voluntario.
Desde el Ser Somos, o sea, Amamos inevitablemente.
No un amor engolosinado, sino energía transmisora de plenitud y armonía, una mágica y maravillosa afluencia de Poder.

No puede confundirse el estado de Ser con los motores internos desde donde emanan las emociones que nos llevan a 'parecernos a', el deseo conductor, frustraciones ocultas, miedos negados de nuestra persona.

El Ser nos indica qué hacer en profundidad, cómo actuar en esta dimensión para llevar acabo nuestros proyectos, y esas indicaciones provienen desde la fuente de origen. Desde allí nuestras creencias no participan, nuestros juicios no condicionan, nuestras necesidades o intereses no generan especulaciones, simplemente se apagan.
Nuestra personalidad se verá perturbada ante cierta 'falta de poder', siendo que en verdad es el Poder real el que se expande, nuestra luz irradiándose sobre nuestro mundo.

Y nos ayudará a discernir, no con juicios, sino con sabiduría y precisamente con amor, para saber elegir cada vez mejor mientras permanezcamos en este mundo dual.

Y el tiempo sincrónico del que tanto hablaron nuestros ancestros, los sabios mayas, se vuelve el tiempo real, el que no ordena mentalmente sino esencialmente, porque la luz hace contacto con más luz y simplemente todo ocurre como debe ser, como ya Es, fluye en el océano de la armonía universal.

Hagamos contacto.

con amor
lau





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